domingo, 22 de mayo de 2011

ESGUINCE CERVICAL, MAL DE AUTOMOVILISTAS


María Elena Moura

Aunque se puede presentar en deportistas o al sufrir una caída, el esguince en cuello o latigazo cervical es más frecuente en personas que sufren accidente automovilístico en el que la cabeza tiene brusca sacudida que daña nervios y músculos.

El esguince cervical, que no es lo mismo que una contractura, es un padecimiento que se ha vuelto común desde que los automóviles se incorporaron en la vida del ser humano, pues aunque estos vehículos han ayudado a reducir de manera importante los tiempos de traslado también es cierto que los viajes dentro de las grandes urbes no están libres de accidentes.

Típicamente un esguince cervical se genera cuando el tripulante de un automóvil sufre un impacto frontal o es alcanzado por otro vehículo, ya que la inercia del choque ocasiona una flexión rápida y excesiva del cuello, misma que se produce con tanta rapidez que no da oportunidad a que la musculatura ejerza su función protectora.

Así, velocidad y fuerza del impacto hacen que algunas fibras de músculos, tendones o tejidos estructurales se rompan o desgarren, generando inflamación y dolor que se presenta principalmente en el cuello, aunque también se llegan a generar molestias importantes en hombros, cabeza y espalda.

Antaño el estiramiento forzado del cuello llegaba a ser tan acentuado que podía producirse una fractura de las vértebras cervicales (siete en total, encargadas de soportar el peso de la cabeza), problemas en la médula e incluso sobrevenía la muerte del accidentado, pero por fortuna los automotores modernos están provistos de reposacabezas en los asientos, justamente para limitar la amplitud del movimiento y eliminar el peligro.

También los bebés y niños que viajan en el asiento trasero del automóvil llegan a padecer esguince cervical, pero este problema ha disminuido con la incorporación de sillas especiales para los más pequeños, que se adaptan fácilmente al vehículo, así como con cinturones de seguridad.

Molesta presencia
Se estima que cerca del 98% de los esguinces cervicales se producen por accidentes de tráfico (en este caso llamado "síndrome de latigazo cervical"), pero también se presenta en caso de movimientos excesivos y bruscos o al sufrir una caída muy violenta en la que se genera gran estiramiento del cuello, como ocurre en deportes como futbol soccer y americano, basquetbol y volibol, entre otros.

Los síntomas que genera son:

Dolor en cuello que se vuelve más intenso luego de algunas horas del incidente.
Inflamación e inmovilidad en la zona afectada.
Tensión en el músculo debido al sobreesfuerzo (contractura).
Ya que algunas vértebras cervicales se aproximan entre sí, puede comprimirse un nervio, lo que a su vez genera sensaciones desagradables y molestias en brazos, hombros y espalda.
Vértigo o sensación de inestabilidad.

Asimismo, las lesiones se pueden clasificar en tres grados: leves, en las que el cuello se muestra con ligera debilidad y dolor bien delimitado; moderadas, cuando hay dificultad para mantener la cabeza estable y las molestias en toda la musculatura del cuello son importantes y, finalmente, graves en caso de que el dolor sea muy intenso y exista incapacidad total para mover la articulación.

El diagnóstico suele obtenerse a través de un examen físico en el que personal de urgencias o un traumatólogo guíe el movimiento del cuello del paciente con mucha suavidad, de modo que se determine la intensidad del dolor y la lesión. En ocasiones se requiere tomar una radiografía para descartar la existencia de fracturas o luxaciones en las vértebras cervicales.

Tratamiento
Por lo general este problema no representa riesgo para la vida, pero la falta de atención puede ocasionar un padecimiento crónico, por lo que debe existir apego al tratamiento prescrito por el fisioterapeuta o traumatólogo, quien dará indicaciones para que el accidentado evite posiciones que generen dolor y para que la musculatura fatigada o atrofiada repose. Estas instrucciones pueden ser variadas, dado que cada caso es diferente.

Por lo general, las lesiones leves requieren aplicación de compresas frías las primeras 48 ó 72 horas para disminuir la inflamación, reposo en cama, suspensión de actividades físicas intensas o deportivas de 2 a 3 semanas, masaje cervical y ejercicios de rehabilitación luego de 14 o más días del incidente. En ocasiones se llega a inmovilizar el cuello durante algunos días.

En casos más severos se requerirá el uso de collarín blando durante 3 ó 4 semanas, si bien la actividad muscular del cuello se deberá reiniciar una vez que los síntomas se reduzcan; además, el reposo en cama por algunos días es obligatorio, así como masajes para aliviar la tensión y ejercicios progresivos en cuello y brazos. Las actividades físicas intensas se evitarán durante la inmovilización.

Igualmente, se aconsejan posturas de reposo en las que el cuello se mantenga vertical; por ejemplo, se recomienda sentarse en sillones con cabecera que ayuden a sostener la cabeza, dormir boca arriba colocando una almohada o cojín que evite estiramientos y, en general, se erradicarán posiciones que tensen los músculos de la nuca, hombros y espalda alta, ya que favorecen la compresión entre las vértebras.

También se pide al paciente no inclinar la cabeza hacia adelante para realizar actividades como coser o escribir, pero si estas posiciones no pueden evitarse por completo, se efectuarán moderadamente y se interrumpirán a la menor sensación de fatiga o de dolor para descansar. Asimismo, se requiere control del paciente para evitar giros bruscos de rotación, como mirar hacia atrás por una llamada o un ruido.

La termoterapia es otro recurso empleado en la rehabilitación, sobre todo cuando el dolor resulta muy intenso; consiste en la aplicación de calor, húmedo o no, como analgésico y relajante, que además aumenta el flujo sanguíneo en articulaciones rígidas o músculos que sufren contractura. Para lograr estos beneficios también puede emplearse la electroterapia, en donde el calentamiento de la región se efectúa vía microondas, por rayos infrarrojos o con fomentos de agua tibia o caliente.

Por último, cabe recordar que la prevención es la mejor manera de evitar este problema, de modo que se recomienda a los deportistas prepararse adecuadamente y recurrir a ejercicios de calentamiento para minimizar el riesgo de lesiones, y a los automovilistas no sólo manejar con prudencia sino también que procuren que su vehículo tenga asientos con reposacabezas y, por supuesto, que utilicen adecuadamente el cinturón de seguridad.

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